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Capitulo 6 Mi juventud…



Antes de cambiar de casa, mi madre tenía una amiga que ya mencioné en el anterior capítulo cuando mi hermana nació, la cual siempre estaba junto a nosotros para lo que necesitáramos y así sigue siendo… pero en aquellos momentos la hacía salir a tomar algo de vez en cuando y su jefe era amigo de mi madre ya que se separó a la vez que mi madre. Resulta que esa situación ahora era la responsable de la separación de mi madre con mi padre, que la hija que había dado a luz mi madre era hija de él, por eso se habían separado. Para alucinar, con lo que habíamos vivido por favor!! 


Este hombre, nos trae trabajo a casa, yo termino mis estudios por las noches y le ayudo a trabajar a mi madre por el día. Mi novio venía a verme y se ponía ayudarnos a trabajar, yo no salía con mis amigas, tenía que ayudar a mi madre, no podía salir al parque, tenía ya unas obligaciones para poder salir adelante.




Pero claro mi padre estaba en un bar cara al público y era muy fácil tirar por tierra a su ex pareja, tanto por parte de la mujer de ese hombre, como por parte de mi padre. Sufrieron mucho en sus separaciones y junto con esta amiga pues quedaban para tomar algo de vez en cuando y desahogarse contandose sus problemas.


Un día me comenta mi madre que han quedado solos para tomar algo, si yo me quedaría con mis hermanos para que ella pudiera salir y yo la animo a que lo haga, ella era libre igual que ese hombre, y no tenía que dar explicaciones a nadie.


Pues os podeis creer que quedaban en sitios donde nadie los viera porque parecía que estaban haciendo algo malo. Cuando mi madre me contaba como eran sus salidas, yo alucinaba, no me lo podía creer… yo le decía que no estaban haciendo nada malo, solo eran 2 amigos que salían juntos a despejarse del día a día.


Cuando ya nos mudamos a Crevillente, como comento en el capítulo anterior, este hombre y mi madre empiezan a sentir algo más y empieza a entrar en casa, una comida, salían algún sábado que otro a bailar, yo me quedaba con mis hermanos y mi novio en casa, mi hermana era un bebé, y éramos felices.


Nos íbamos turnando, jeje, ellos salían un sábado, yo salía otro. Así podíamos disfrutar las 2, ya que mis hermanos eran pequeños y había que quedarse con ellos. Mi novio y yo empezamos ahorrar para poder comprarnos un piso con 18 años, ya que sus padres no le iban a poder ayudar a nada y mi madre tampoco podía hacer mucho, nos ayudaba a que no nos faltara lo necesario, sobre todo cuando mi padre deja de pasarle la manutención.


Trabajamos noche y día mi madre y yo juntas en casa en una máquina cada una, mi hermano estaba en el colegio y mi hermana en la guardería. Pero allí nadie nos conocía, nos podía juzgar por lo que hiciéramos.


Un día bajo a por mi hermana a recogerla a la guardería, y me comenta la señora que la cuidaba que había venido un hombre diciendo que allí estaba su hija que quería verla. La señora le dice que ella desconoce lo que le está contando y sin el permiso de la madre no le iba a dejar ver a ninguna niña porque el lo dijera.


Alguien puede imaginar lo que sentimos!!! nos estaba rondando de nuevo la pesadilla.


Hablamos con la señora y le contamos que tiene una orden del juez que no puede ver a la niña sin una persona presente enviada por mi madre, que por favor si volvía que se lo dijera y que no se la diera nunca.


Un día suena el timbre, y sorpresa! era él, venía a ver a sus hijos. Le había entrado la vena paterna de repente, ya era su hija, la que había negado desde el minuto 1 que llegó a la vida.


Como me pongo al interfono y le digo que no vamos a bajar ninguno, claro entra en ira. Como no conseguía lo que quería que era vernos, pues decide hacer lo que comenté en el capitulo anterior, quitarse todo de su nombre y que no tuviéramos nada.


Mi madre decide que va a luchar por lo que es de sus hijos, y empieza una guerra en los juzgados, yo voy con mi madre a todos los juicios, y cada vez que nos encontrábamos en los juzgados ni saludar ni él ni su hermano claro. No era sangre de su sangre, solo era una amenaza junto a mi madre por apoyarla en decir la verdad, que todo lo que estaban haciendo era un fraude, y podían ir a la carcel.


Que estomago y corazón pudo tener mi tío, para ayudar a su hermano que le quitara a sus hijos lo que era de ellos, que se lo había trabajado mi madre, encima.


El juez dicta que o paga lo que debe o tiene pena de cárcel. Sabeis las palabras que me dijo mi padre, se acercó a mí y me dijo: que seas tan feliz como lo he sido yo…


Le dije gracias, papa.


Y desde ese día mi madre cobró todo lo que tenía que pasar de manuntención, todo junto hasta los 18 años que mi hermana cumpliera.


Por fin se había echo algo de justicia. Porque cuando se va con la verdad por delante no hay nada que temer, nada que ocultar.


A mi madre le costó mucho sacrificio en pagar a su abogado pero conseguimos parte de lo que era nuestro…





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